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Se denomina creciente fértil o medialuna fértil a una región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Levante mediterráneo y la Mesopotamia.[1]
Se considera que fue el lugar donde se originó la revolución neolítica en Occidente. Ocupaba los territorios actuales de Israel, Jordania, Líbano, Palestina, Siria, Irak, Kuwait y el sudeste de Turquía.
El término fue acuñado por el arqueólogo James Henry Breasted (Universidad de Chicago) por la forma de creciente o medialuna del área geográfica referida.[2] Por similitud histórica, también suele denominarse así a otros territorios donde surgieron la agricultura y la ganadería: las altiplanicies mexicanas (cultura del maíz), ciertas regiones de China (cultura del arroz), los Andes sudamericanos (cultura de la patata) o del África subsahariana (cultura del sorgo).
Bañan esta región los ríos Nilo, Tigris y Éufrates y su superficie es de unos 500 000 km². Se extiende desde el valle del Nilo y la orilla oriental del Mediterráneo hasta el norte del desierto de Siria, y desde el norte de Arabia, toda la Mesopotamia, hasta el golfo Pérsico. Estos territorios pertenecen a los actuales países de Israel, Cisjordania, la Franja de Gaza y Líbano, así como de partes de Siria, Irak, el sudeste de Turquía y el sudoeste de Irán. Se estima que su población en la antigüedad rondaba los 40 o 50 millones de personas. En la actualidad, es una zona de gran inestabilidad política y tensiones estatales.
En el Creciente fértil se encuentran muchos restos de importante actividad humana de antiguas épocas. Han aparecido esqueletos de primitivos humanos modernos y premodernos (p. ej. en la Cueva de Kebara en Israel), restos de culturas cazadoras-recolectoras nómadas del Pleistoceno y semisedentarias del Epipaleolítico (natufianos); pero la zona se vincula principalmente a los orígenes de la agricultura y la ganadería.
La zona occidental de los alrededores del río Jordán y al norte del Éufrates (donde se incluyen lugares como Jericó) dio lugar a la primera cultura Neolítica, datada en torno al 9000 a. C. Esta región, junto con una Mesopotamia definida al este del Creciente, entre los ríos Tigris y Éufrates, aglomeró una compleja realidad de culturas a partir de la Edad de Bronce, por lo que la zona ha recibido el nombre de Cuna de la Civilización.
A partir de la Edad de bronce, la zona de cultivo se fue ampliando gracias al regadío, del que aún depende una producción agrícola que se halla en condiciones de calor y salinidad edáfica. La aparición de la agricultura parece deberse no solo a la irrigación de estos ríos, sino también a condiciones climáticas favorables para el crecimiento de plantas anuales y de semillas comestibles, con una mayor productividad a lo largo de las estaciones que las plantas perennes. En el Creciente fértil se encuentran los antepasados de las plantas neolíticas más importantes (p. ej. del farro, el trigo escaña, la cebada, el lino, el garbanzo, el guisante, la lenteja o el yero) y las cinco especies de animales domesticados más importantes: la vaca, la cabra, la oveja, el cerdo y el caballo.